lunes, 28 de enero de 2019

Tema 7. Población de España. VOLUCIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA

Aquí os dejo el tema con menos datos y algo más estructurado. Podéis descargarlo en el enlace que os indico o copiar y pegar lo que queráis de la entrada. 

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TEMA 7: EVOLUCIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA
1.- EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN: Modelo transición demográfica española.
España ha conocido un modelo de transición demográfica semejante al del resto de los países de Europa pero con dos peculiaridades. Este modelo supone el paso de una población con altas tasas de natalidad, fecundidad y mortalidad a otro con tasas muy bajas. La etapa primitiva, con altas tasas de natalidad y mortalidad, se caracteriza por un débil crecimiento vegetativo; le sigue una etapa de transición, con una primera fase donde desciende la sobremortalidad[1] catastrófica y se mantiene una natalidad todavía alta, y una segunda fase donde la mortalidad general desciende y la natalidad empieza a recortarse. La etapa final o evolucionada se caracteriza por bajas tasas de natalidad y mortalidad y crecimiento moderado, pudiendo llegar a una cuarta etapa de crecimiento cero e incluso negativo, en la cual hemos entrado desde 2015.
MODELO DE TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA:
1.- Etapa primitiva demográfica; hasta el s. XIX. El crecimiento demográfico es débil, menor al de muchos países europeos. Las causas son las altas tasas de natalidad y mortalidad, con débil crecimiento vegetativo, debidas al largo período de la Reconquista, la colonización americana y la política de hegemonía europea con la consecuente sobremortalidad bélica. Destaca el siglo XVII con un retroceso demográfico, de 8 a 7,5 millones de habitantes, por las tres epidemias de peste, la emigración a América, la expulsión de los moriscos, la sobremortalidad bélica y las malas cosechas con sus hambrunas correspondientes. Por el contrario, en el siglo XVIII la población española experimentó una expansión importante, de 7,5 a 11 millones de habitantes debido a la mejora de la economía y de la dieta en general.
No obstante, el retraso industrializador hace que la transformación en los comportamientos demográficos de España no se produjese hasta principios del siglo XX. Durante la primera mitad del siglo XIX, la población española creció a un ritmo similar al europeo-occidental, a pesar de la guerra de la Independencia, la emancipación americana y de algunos períodos de hambre y de epidemias. Pero en la segunda mitad del XIX el crecimiento anual se redujo casi a la mitad del europeo por las oleadas migratorias hacia a América y el cólera de 1885.
La natalidad hasta la llegada del siglo XX se caracterizó por ser muy alta por varios motivos: una economía básicamente agraria por lo que el hijo era entendido como mano de obra, así como por la falta de métodos de control de natalidad. No obstante, en estos periodos son también habituales años de subnatalidad por epidemias, guerras… La mortalidad también era elevada, tanto por algunos conflictos bélicos que la incrementaron, como por  las malas condiciones de vida, una mala alimentación, las deficientes condiciones higiénicas-sanitarias y las epidemias de cólera. Todo ello situaba hacía que la esperanza de vida a principios de siglo no superaba los 40 años.
2) Etapa de transición demográfica.
A comienzos del siglo XX la mayoría de las regiones españolas se incorporaron a la transición demográfica, recortándose la mortalidad y empezando el recorte de la natalidad. La población alcanzó los 18 millones en 1900. Pero la epidemia de gripe de 1918 y su elevada mortalidad provocó un fuerte retroceso de la población que se incrementó por la fuerte migración exterior. Tendencia que se acrecentó en las décadas siguientes por los efectos de la crisis económica del 29, la guerra civil y la posguerra. Sin embargo, el conjunto de la primera mitad del siglo XX supuso un crecimiento anual superior al europeo, gracias a la neutralidad española en las dos Guerras Mundiales.
Esta dinámica cambió en los años de recuperación española (1950-1970), en los que España mantuvo una natalidad elevada (alentada por el régimen franquista), al tiempo que la mortalidad se reducía con las mejoras económicas y sanitarias del país. La población creció muy por encima de la europea, con la tasa anual de crecimiento elevada (en 1950 éramos 28 millones de españoles y en 1970 alcanzamos la cifra de 33 millones). A partir de esos momentos comienza la progresiva reducción de la natalidad española, incorporándose a la última fase del modelo de transición demográfica.
En resumen, la transición se produce entre 1900 y 1975.  Se caracteriza por el crecimiento real de población más alto de toda la historia española, que en cierta manera fue frenado por el amplio flujo migratorio hacia América y Europa. En este periodo la natalidad tiene una tendencia de suave descenso, en el que se alternan bruscos descensos (epidemias, guerra civil…) con fuertes ascensos (felices años 20, “baby boom”). La mortalidad conoce un constante y continuo descenso. Las causas de esta caída se deben al desarrollo que experimenta el país que propicia una mejora en las condiciones de alimentación, higiene, desarrollo sanitario a partir de los años 50.
3) Etapa final o evolucionada. En esta fase el tipo de vida que imponen la ciudad y las nuevas condiciones de trabajo, obligan a replantear el concepto tradicional de familia numerosa. La vida urbana reduce el número de hijos, las casas son pequeñas, las necesidades de formación y de manutención de los niños son mayores, y los trabajos en la industria, limitados. Las emigraciones y el turismo difunden modelos de vida y comportamientos demográficos europeos, el uso de anticonceptivos hace descender la natalidad y la fecundidad, se retrasa la nupcialidad y la edad en la que se concibe el primer hijo, lo que se traduce en un continuo descenso de la natalidad, hasta el año 2000, momento en el que gracias al desarrollo económico y la inmigración conoce un ligero repunte de la natalidad, que se frena a partir de 2008 por el impacto que la crisis económica de 2008 provoca en el descenso de la natalidad, el retorno de inmigrantes a sus países de origen, la reducción de la natalidad entre la población inmigrante (que copia los modelos europeos) y la emigración de españoles a otros países. El resultado es que España presenta un régimen demográfico viejo con un crecimiento vegetativo ligeramente negativo (-0,05‰) en el que la natalidad vive sus tasas más bajas. Las causas son  diversas: la incorporación de la mujer al mundo laboral, cambios culturales, dificultades económicas para que los jóvenes se emancipen, incremento del nivel de vida (el hijo acarrea un importante gasto)…Por su parte la mortalidad sigue con un comportamiento descendente, aunque se observa un ligero repunte debido al envejecimiento que está sufriendo la población derivándose algunas enfermedades propias de la edad como el Alzheimer, Parkinson…, aunque sin lugar a dudas las 3 causas principales de defunción actualmente son el cáncer, el corazón y la carretera (“3 c”)
 2. DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN                                                                                                                      
Para analizar la distribución espacial de la población el indicador más usado es la densidad de población. La población española presenta estas características:
¨     Aumento generalizado de la densidad de población.
¨     Contraste entre un litoral, fuertemente poblado y un interior semivacío.
¨     Concentración en áreas urbanas frente al despoblamiento de las zonas rurales.
España presenta una densidad de población moderada o media, con 92 habitantes por Km2. Señalar que en 2011 era de 93 habitantes por km², lo que refleja la pérdida de población experimentada desde 2012. Este valor esconde fuertes desequilibrios entre áreas de concentración, que superan claramente la media nacional, y áreas de despoblamiento, donde no se alcanzan los 25 hab./km2. Las grandes áreas poblacionales se localizan en Madrid, la periferia peninsular, Baleares y Canarias, mientras que las grandes áreas de vacío se sitúan en el interior peninsular, correspondiendo las densidades más bajas a algunas áreas de montaña (menos de 10 hab./km2). Sin embargo, no siempre ha sido así. Es a partir de la Revolución Industrial del siglo XIX cuando la periferia y Madrid van ganando habitantes frente a un despoblamiento del interior. En el siglo XX se agudizaron los contrastes, especialmente en la década de 1960, durante la cual crecieron las regiones industriales y las áreas turísticas mediterráneas e insulares, gracias a las migraciones procedentes del interior. Desde 1975 se redujeron las diferencias, a causa de la desindustrialización y el paro provocados por la crisis económica. (Crisis del petróleo de los años 70). En la actualidad la primacía de los servicios, la difusión espacial de la industria, la agricultura tecnificada y el desarrollo endógeno, apuntan a la consolidación demográfica de Madrid, del eje mediterráneo y del valle del Ebro.
Finalmente señalar, como afirma Puyol, el acusado contraste entre interior y periferia, y entre población urbana y rural.
- Contraste entre interior-litoral. Las provincias con fachada marítima, junto con Madrid, tienen un tercio de la superficie española y más del 60% de la población. Su densidad es el doble de la media nacional.  Son zonas con un potente sector turístico o con una agricultura altamente productiva, e influidas por la inmigración. Mientras, la mayor parte del interior tiene una densidad por debajo de la media española, excepción de las principales capitales de provincia (Zaragoza y Valladolid), lo que acentúa la dicotomía entre una periferia en crecimiento y un interior envejecido.
- Contraste población rural-urbana. La población que vive en municipios urbanos (de más de 10.000 habitantes) es, según el último censo de población –el de 2011- de más del 76%. En el censo de 1991 estas cifras eran del 75%, lo que demuestra que, si bien el éxodo rural ya no se da, sí persiste un lento goteo desde el mundo rural al urbano. Este crecimiento de la población urbana conoce un proceso de desconcentración, de trasvase de población de las grandes ciudades a otras de tamaño pequeño o medio. La tendencia es a vivir en municipios de tamaño pequeño y medio, bien comunicados con las grandes ciudades, mientras éstas (Madrid, Barcelona, Bilbao, Santander…) pierden población por el alto precio de la vivienda y la incomodidad que genera la vida diaria en las grandes urbes.
Por comunidades autónomas, según el INE de 2018:
-        Las más pobladas son Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana
-        Las menos: La Rioja, Cantabria y Navarra.
-        En cuanto a densidad de población las que presentan una mayor densidad son Madrid, País Vasco, Canarias, Cataluña y Valencia frente a Castilla La Mancha, Castilla León, Aragón o Extremadura que presentan niveles inferiores a la media nacional.
¿Qué puede explicar esta distribución de la población? LOS FACTORES EXPLICATIVOS
Las causas que explican el mapa actual de DENSIDAD son variadas:
1) Factores geográficos. Especialmente clima y altitud. Estos factores no determinan, pero sí condicionan muchos fenómenos (agricultura, comunicaciones, etc.).
2) Factores demográficos. Son la dinámica natural y la estructura de la población. Este factor consolida el contraste interior-litoral. El interior tiene menor crecimiento natural (menor tasa de natalidad y mayor mortalidad) pues presenta una estructura de la población más envejecida.
3) Factores socioeconómicos. El litoral y las ciudades son aéreas de mayor vitalidad económica (turismo, servicios, construcción, industria, etc.) por eso son focos que atraen población (migraciones interiores).
3. LA POBLACIÓN y su comportamiento demográfico: dinámica y estructura demográfica.
La población de España a finales de 2018 en 46.659.302 habitantes. Por sexos, la población femenina es mayoritaria, con poco más de 23,7 millones de mujeres (50,89% del total), frente a unos  22.8 de hombres (49.11%.)  
En las últimas décadas en España se había producido un fuerte crecimiento, pasando de los 38,8 millones en el censo de 1991 y los 40 millones en el de 2001 a casi 47 en 2011.En ese crecimiento jugó un papel determinante el aumento de la población inmigrante, que paso de ser poco más de 1 millón en 2001 a más de 5,7 millones en 2011.
Pero esta tendencia se vio alterada por la crisis económica que comenzó en 2008, y que tuvo su reflejo demográfico en los años posteriores. Hasta 2012, la población española había aumentado debido, fundamentalmente, a la llegada de extranjeros en los años de bonanza económica, una situación que la crisis ha invertido. Desde 2012 la tendencia de la población ha sido negativa. Este descenso se explica por la caída del número de residentes extranjeros, que descendió en más de 1,3 millones desde el año 2011 hasta el 2016.

3.1. COMPORTAMIENTO DEMOGRÁFICO.
Entendemos por comportamiento demográfico, aquellos procesos que hacen crecer o decrecer la población en un lugar determinado, ya sea por causas naturales (nacimientos y defunciones) como por movimientos migratorios
-       El movimiento natural
Podemos definir a los MOVIMIENTOS NATURALES como las variaciones de población por causas naturales, es decir la diferencia entre mortalidad y natalidad. El crecimiento natural o vegetativo es la diferencia entre la natalidad y la mortalidad.
En la evolución del movimiento natural de la población española se distinguen diversas etapas o regímenes demográficos, que ya hemos estudiado, por lo que aquí tan sólo nos centraremos en comportamiento demográfico de la población a partir de 1975, cuya característica fundamental es un reducido crecimiento natural caracterizado por un hundimiento de la natalidad más tardío y brusco que en el resto de los países de Europa occidental.
Natalidad:
La tasa de natalidad en España se caracterizó en el último tercio del siglo XX por un constante descenso. Entre los factores que hacen descender las Tasas de Natalidad Rafael se señala el descenso de la mortalidad infantil, el descenso de las tasas de nupcialidad, el desarrollo económico y la mejora del nivel de vida, la extensión de las formas de vida urbanas, más caras y competitivas y la incorporación de la mujer al mundo laboral.
Esta tendencia cambió durante los años 2000 a 2008, en los que la situación económica y la inmigración (mayor natalidad de las mujeres inmigrantes) permitieron un leve ascenso, que el estallido de la crisis financiera de 2008 quebró. Desde ese año, por impacto de la recesión, el número de nacimientos se ha desplomado casi un 13%. En la actualidad, la tasa bruta de natalidad es de 8,99‰ a principios de 2016. Muy baja con respecto al resto de Europa. En 2005 era de 10,6‰, lo que supone un freno al ligero aumento que experimentó durante los primeros años del siglo XXI. Este descenso vuelve a colocar nuestra natalidad entre las más bajas del mundo. El problema es que la reducción del número de nacimientos puede incrementarse por el reducido número de mujeres que se incorporan a la edad reproductiva por la reducción constante de la natalidad de 1978.
De entre todos los motivos que explican el descenso de natalidad, la caída de la tasa de fecundidad quizás sea el más relevante. Desde 1981, la natalidad en España está por debajo de 2,1 bebés por mujer, la mínima para garantizar el reemplazo generacional. En 1991 llegó a ser la más baja del mundo, con 1,31 hijos por mujer. A partir del año 2000 experimentó una ligera recuperación gracias a la llegada de inmigrantes, que además de rejuvenecer la población presentan unas tasas de fecundidad más elevadas. Los nacimientos de madre extranjera llegaron a suponer más de un 15% del total. Pero desde la crisis del 2008 no ha dejado de bajar situándose en 1,33 en 2015. Un factor importante es que la edad en la que las parejas tienen su primer bebé se retrasa cada año y con ello cae también la probabilidad de tener más hijos. Durante el año 2017, las madres primerizas tenían de media 32,1 años, el máximo histórico.
Otro factor explicativo es la crisis. El INE ha constatado que con la crisis económica se redujo la fecundidad de los trabajadores temporales y parados, aunque no tanto la de trabajadores con contratos fijos. De modo gráfico podemos decir que “la crisis ahuyenta la cigüeña”. A esto también contribuyen otras razones:
- Cada vez más mujeres españolas retrasan su maternidad (o incluso renuncian a ella).
- La tendencia descendente del número de nacimientos de madre extranjera, no sólo porque el número de mujeres de nacionalidad extranjera ha decrecido por el efecto de la emigración y las adquisiciones de nacionalidad española, sino por la asunción de los modos de vida europeos que provocan un descenso del número de hijos entre las familias inmigrantes.
- El descenso del segmento de población fértil (15-45 años) por la incorporación de generaciones cada vez menos numerosas lo que provoca que la incorporación de mujeres en edad fértil sea menor que las que dejan de serlo
Mortalidad
El rasgo más característico de la mortalidad en España es su descenso continuo, si bien, con cierto retraso con respecto a otros países europeos. La tasa de mortalidad de España se sitúa en torno a 9,05‰. Puede considerarse como una de las más bajas del mundo, aunque en estos últimos años ha crecido (8,2‰ en 2010). Se trata de un aumento causado por el incremento del número de ancianos, puesto que sigue aumentando la esperanza de vida. Su aumento ha sido espectacular desde principios del siglo XX situándose a principios del 2016 en 82,8 años (80,1 años para los hombres y 85,5 para las mujeres).
Por debajo de esa media se sitúan Canarias, Madrid, Baleares y Murcia que no llegan al 8‰. Por encima de esa media Asturias con 12,98‰, Castilla León (11,87‰) y Galicia (11,63‰).  A parte de estas cifras destacan las bajas tasas de Ceuta (5,87) y Melilla (6,18), sin duda por ser las poblaciones con una población menos envejecida y con tasas de natalidad más elevadas.
Las causas de la mortalidad general han cambiado. Disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y aumentan las llamadas tres "C" (enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes de carretera). Además, está creciendo la incidencia del Alzheimer o demencia senil, fruto del progresivo envejecimiento de la población.
La MORTALIDAD INFANTIL ha experimentado también un descenso espectacular en España a lo largo del siglo XX hasta situarse entre las más bajas del mundo. Este índice se mantiene por debajo del 4‰ (en 2015 ha sido de 3,33‰). En la actualidad es principalmente neonatal (en el primer mes de vida, como consecuencia de complicaciones en el parto o malformaciones congénitas).
Es interesante apuntar que las causas de las muertes han cambiado, pasando de ser mayoritariamente externas (infecciones) a ser internas (por la vejez). Sin embargo, se incrementan las muertes causadas por las tres “c”: cáncer, enfermedades cardiovasculares y accidentes de tráfico (cáncer-corazón-coche), lo que refleja un modelo típico de los países desarrollados. Hay que señalar que la muerte no afecta por igual a ambos sexos, ya que en todos los grupos de edad el hombre experimenta una mayor mortalidad que la mujer. Las razones de este comportamiento son la mayor fortaleza biológica de la mujer por razones hormonales e inmunológicas, la reducción de muertes durante el parto y el estilo de vida que tradicionalmente ha sido de más riesgo para los hombres (participación en guerras, accidentes laborales, mayor consumo de alcohol y tabaco, etc.).
El crecimiento natural
Como consecuencia de las bajas tasas de natalidad y de mortalidad el crecimiento natural actual es pequeño. Si lo analizamos por CCAA veremos cómo también es bajo en todas ellas. Sin embargo, existen contrastes como consecuencia de la diferente proporción de población joven o anciana que posean lo que se refleja en sus tasas de natalidad y mortalidad, así como en su desarrollo económico que favoreció la existencia de movimientos migratorios entre las regiones agrarias del interior y las urbano-industriales de la periferia y Madrid. Al afectar las migraciones principalmente a la población joven, provocaron el envejecimiento demográfico de las regiones emigratorias (con el consiguiente descenso de la natalidad y aumento de la mortalidad) y el rejuvenecimiento de las regiones inmigratorias (aumento de la natalidad y disminución de la mortalidad). Así podemos diferenciar dos grupos de comunidades:
1- Con crecimiento negativo: Galicia, Castilla y León, Principado de Asturias, Aragón, Extremadura, Cantabria, País Vasco, Castilla-La Mancha y la Rioja. Son las que presentan un conjunto de población más envejecida porque se han visto afectadas por una fuerte emigración (Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Aragón), que ha provocado un fuerte envejecimiento de la población o porque salieron muy perjudicadas por la crisis industrial de 1975 (Asturias, Cantabria y País Vasco), con lo que se detuvo la tradicional llegada de inmigrantes jóvenes de otras regiones.
- Positivo en: son aquellas que presentan un conjunto de población más joven por haber tenido tasas de natalidad tradicionalmente más altas (Andalucía, Murcia, Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla) o por haber experimentado un importante desarrollo económico capaz de atraer inmigrantes de otras comunidades (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Navarra).
4. LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS
Las migraciones interiores
El desplazamiento de personas entre las distintas provincias y regiones de España, o desde las áreas rurales a las urbanas, es uno de los fenómenos geodemográficos de mayor importancia de los últimos tiempos. Son el reflejo de la situación económica y los responsables de la profundización de los desequilibrios regionales. Dentro de las migraciones interiores se distinguen dos tipos:
- Estacionales o temporales de duración limitada y carácter cíclico. Eran las realizadas por la población rural que se dirigía a zonas con demanda de mano de obra agrícola (vendimia) o, a partir de los 70, para trabajar en actividades turísticas y de la construcción; por lo que su destino son tanto áreas rurales como áreas urbanas.
- Definitivas. Tienen más importancia por sus consecuencias. El movimiento migratorio interior que más importancia ha tendido en España ha sido el éxodo rural, especialmente entre 1960 y 1975, y que supuso un gran trasvase de población de áreas rurales y ciudades pequeñas y medias a zonas más industrializadas de la periferia y a Madrid, como consecuencia de la creación de los polos de desarrollo industrial y del auge del turismo en el litoral mediterráneo e insular. Este tipo de migraciones comienza en España a principios del siglo XX. Las causas son un exceso de población en el campo que pierde sus empleos debido al inicio de la mecanización en las tareas agrarias acrecentadas por la epidemia de la filoxera que destruye buena parte de las cosechas especialmente de la vid. El destino en esta primera etapa son las regiones que están comenzando a industrializarse como son País Vasco y Cataluña. El origen de estos campesinos se encuentra en ambas Castillas, Galicia y Andalucía Oriental. Durante la guerra y postguerra se inicia un periodo de estancamiento en éste flujo debido a la paralización industrial y a la política colonizadora franquista. Sin embargo, es a partir de los años 50 cuando este flujo comienza a tener su “esplendor”. Al desarrollo industrial que vive el país se le une el turístico, por lo que los destinos además de los anteriores son ahora también Madrid, Andalucía, Valencia y Archipiélagos.  Sin embargo, en la actualidad, se tiende a la desconcentración de la población, es decir, al transvase de la población de las ciudades más grandes a otras de tamaño pequeño o medio, bien comunicadas con las grandes áreas urbanas.
- Movimientos habituales actuales, periódicos y habituales, motivados por trabajo, ocio, de uno o varios días de duración, con un perfil muy diverso: jóvenes, mayores no cualificados o cualificados. Las ligadas al trabajo se llaman movimientos pendulares, muy propios en los tiempos que corren.
Consecuencias de las migraciones interiores
Las repercusiones de las migraciones interiores se dejan sentir especialmente en los planos demográfico, social, económico y medioambiental. En el terreno demográfico destacan los desequilibrios territoriales que provoca, además de provocar un rejuvenecimiento de población en los lugares de destino y un envejecimiento de población en los lugares de origen. En lo económico en las zonas de origen se produce un descenso en la productividad y en los rendimientos, provocando lo contrario en las zonas de destino. Además en estas zonas se producen problemas de acceso a la vivienda, servicios educativos… En el terreno social problemas de integración. Por último, en lo medioambiental se produce una pérdida del entorno rural en los lugares de origen frente a problemas de masificación, contaminación…en los lugares de destino.
Las migraciones exteriores
a)     La emigración a Ultramar se inicia a medidas del siglo XIX. Podemos diferenciar varias etapas. Una primera que finaliza con el estallido de la 1ª Guerra Mundial de auge. Los países de destino fueron Argentina, Cuba, Brasil, México y Uruguay y, en menor medida, Estados Unidos y Canadá, países necesitados de mano de obra para explotar sus recursos agrarios (café, caña de azúcar…). Estuvo protagonizada por campesinos gallegos, asturianos y canarios de escasos recursos. Tras el estallido del citado conflicto bélico se paraliza este flujo migratorio por problemas de seguridad y sobre todo porque los países no necesitan ya tanta población trabajadora. A partir de 1950 se inicia otro periodo de auge hacia Venezuela, país que está viviendo un “boom” económico por el petróleo. Aunque el origen del emigrante sigue siendo asturiano, gallego y canario, el varón que se va suele presentar un perfil con una mayor cualificación. La emigración a Latinoamérica finaliza en los años 60 con un cambio de destino más próximo como es Europa.
b)    La emigración a Europa fue escasa hasta medados del siglo XX. Hasta esta fecha el destino prioritario era Francia con tareas domésticas, agrarias o de la construcción. El perfil suele ser hombre o mujer que procede del arco mediterráneo especialmente. Es a partir de 1950-1960 cuando se vive un flujo migratorio muy importante. La finalización de la Segunda Guerra Mundial y el período de reconstrucción que se inicia en los países contendientes marcará una nueva fase en la emigración de españoles a Europa. La necesidad de mano de obra en países como Francia, Alemania o Suiza, junto con el excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales reinantes en España, fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes hacia Europa. En esta emigración las comunidades que más efectivos aportan son Andalucía y Galicia, siendo el perfil del emigrante un varón con escasa cualificación. A medida que Europa necesitó menos mano de obra, el flujo migratorio descendió, finalizándose prácticamente a medidas de los años 70 con el estallido de la crisis del petróleo.
Consecuencias de las migraciones exteriores (emigraciones hacia Ultramar y Europa)
Como antes hemos hecho con las interiores, también las emigraciones históricas tuvieron una serie de consecuencias que pueden agruparse en varios aspectos. Así en el plano demográfico se produjo fuertes desequilibrios territoriales con un envejecimiento de población considerable en aquellas regiones donde hubo un importante número de jóvenes que emigraron. También tuvieron repercusión económica estos flujos migratorios, con un importante descenso del desempleo, una significativa entrada de divisas que sirvió para reducir el alto déficit comercial y un fallido retorno de previsiones de inversiones (los ahorros de los emigrantes fueron invertidos mayormente en bienes de consumo o bienes inmuebles y no sirvieron para generar riqueza en España). Socialmente destaca los problemas de integración de los españoles en los destinos y los problemas que también tuvieron en su retorno a nuestro país para encontrar empleo, vivienda…
La inmigración
España ha pasado a ser un país de inmigración. Todo lo concerniente a este flujo migratorio se encuentra regulado a través de la cambiante Ley de Extranjería y los datos proceden de la llamada inmigración regular o de carácter legal, pero se desconoce la inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión. Según su situación puede distinguirse entre
·       Extranjeros nacionalizados. Son españoles de pleno derecho.
·       Inmigrantes legales con permiso de residencia.
·       Inmigrantes irregulares los que no tienen en regla su situación de residencia.  Legalmente, no pueden trabajar, residir o recibir prestaciones sociales.  Su número es difícil de precisar.
Durante los últimos treinta años, los extranjeros residentes legalmente en España han crecido muy rápidamente, ascendiendo aproximadamente a 5.000.0000 de personas, aunque en la actualidad debido a la profunda crisis económica este número está descendiendo.
La procedencia actual del inmigrante es muy diversa. Hasta 1996 fue mayoritariamente de países pertenecientes a la Unión Europea y del este del continente europeo. Desde entonces predominan los inmigrantes extracomunitarios procedentes de África (Marruecos…), Iberoamérica (Ecuador, Colombia…) y Asia (China…). El perfil de este inmigrante varía según su procedencia: El inmigrante comunitario suele ser un jubilado con niveles de vida medio-altos o bien adultos por negocios o trabajo cualificado. Por su parte el inmigrante extracomunitario suele ser un joven que acude a nuestro país por motivos económicos de búsqueda de empleo o a veces también por razones políticas. Suelen realizar un trabajo de baja cualificación que habitualmente ha sido rechazado por la población española.
Los destinos principales de esta nueva inmigración suelen ser las comunidades más dinámicas en el sector agrario y de servicios como Cataluña, Andalucía, Valencia, Madrid, Baleares y Canarias.
En detalle:  actualmente España ha pasado de ser un país generador de emigrantes a ser una nación de fuerte atracción para la inmigración. Para ilustrar esta situación basta observar que el número de extranjeros inscritos en España pasó de 923.879 en el año 2000 a 5.751.487 en enero de 2011. Sin embargo, en 2011 y 2012 se produjeron los primeros descensos, y en 2013 el descenso de población extranjera se agudizó, casi un 10% de población extranjera se marchó. El resultado es un saldo migratorio negativo por la crisis que hace que el volumen de población extranjera esté disminuyendo. Pese a todo, los movimientos demográficos anteriores permiten entender la transformación demográfica que la población española operó, pues en 2015 casi un 10% de la población española es extranjera frente al 2% que representaba en el año 2000.
Por CCAA, las autonomías con mayor proporción de extranjeros son las Islas Baleares, Murcia y Cataluña, junto con Melilla. Por el contrario, las que tienen menor proporción son Extremadura, Galicia y Asturias, todas por debajo del 4% (datos del INE, 2016).
La procedencia es muy diversa. Los extranjeros pertenecientes a la Unión Europea suman el 41 %. Las comunidades más numerosas en 2016 son: marroquíes, rumanos, británicos, chinos, italianos y ecuatorianos. Suelen asentarse en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona), en los puertos de llegada (Algeciras, Murcia, Almería…) y en zonas donde, pese a la crisis, aún se demanda mano de obra agrícola (Andalucía, Murcia y Valencia).
Por sexo y edad la emigración de extranjeros se concentró en poblaciones de 20 a 39 años, con mayor proporción de varones. Aunque se pueden establecer diferencias en cuanto a la edad media entre los grupos de población extranjeros en España. Los europeos (británicos, alemanes y franceses) en torno a los 45 años, mientras que marroquíes, pakistaníes y chinos no superan los 30.
La inmigración ha dado lugar al fenómeno denominado “mercado dual del trabajo”, según el cual el los puestos cualificados y estables son desempeñados por naturales del país, mientras  que los menos cotizados son desempeñados por los inmigrantes.
Dentro del grupo de inmigrantes debemos destacar el colectivo procedente de países de la UE (británicos y alemanes) que viven temporalmente en nuestro país, especialmente en la costa del sureste peninsular y en ciertas zonas de los archipiélagos Balear y Canario, y que constituyen un importante elemento para la dinamización de la economía en estas zonas.
Un nuevo fenómeno, LA EMIGRACIÓN AL EXTERIOR DE ESPAÑOLES se ha visto agudizada por la crisis. De tal forma que en 2012 emigraron 59.724 e inmigraron 32.380. En 2013, 79.306 españoles dejaron el país frente a los 33.393 que regresaron. Es decir, 60 años después, España volvía a ser un país que expulsaba población nacional. La principal diferencia es que en a mediados de siglo XX la población que emigraba era población sin cualificación profesional y hoy, en gran parte, se trata de españoles cualificados (especialmente titulados universitarios) que ante las escasas perspectivas laborales que se les ofrece en España, buscan su futuro en otros países, especialmente en Europa, lo que se ve favorecido por el derecho a la libre circulación que poseen los ciudadanos comunitarios, tras la firma del Tratado de Maastrich en 1992.
Los principales países receptores son Reino Unido, Francia y Ecuador. No obstante, cabe destacar que en el caso de Ecuador se trató fundamentalmente de población no nacida en España o de niños menores de 15 años, lo que parece indicar una migración de retorno de ecuatorianos de origen que han adquirido la nacionalidad española junto con sus hijos nacidos en España.
Entre las consecuencias que está generando la inmigración actual hay que destacar el repunte de las tasas de natalidad en los últimos años, las contribuciones de éstos nuevos trabajadores necesarias para el estado del bienestar, su aportación a trabajos que por la población autóctona serían difíciles de cubrir. Desde el punto de vista negativo hay que destacar los problemas de integración y la marginalidad que genera la inmigración ilegal.
5. ESTRUCTURA O COMPOSICIÓN DE LA POBLACIÓN.
§  Demográficas: composición por sexo y edad.  à Pirámides de población
Estructura por sexo o sex ratio. La composición por sexo se compara a través de la sex ratio, que se calcula mediante el índice de masculinidad o de feminidad. En líneas generales, nacen más hombres que mujeres (unos 105 hombres por cada 100 mujeres), pero la mortalidad masculina es mayor, por lo que la sex ratio queda igualada a la edad adulta (en España en la franja de edad comprendida entre los 50-55 años), para predominar progresivamente las mujeres al acercarnos a la edad anciana.
En España el elevado índice de feminidad en los grupos de edad adulta y anciana se vio favorecida por la mayor mortalidad masculina en la Guerra Civil y sobre todo, por las corrientes migratorias exteriores de los años 50 y 60, que fueron protagonizadas fundamentalmente por hombres. Aunque ya casi es inapreciable.
En 2016, el 49,11% son hombres y el 50,89% son mujeres. Entre los españoles hay más mujeres (51,1%), mientras que entre los extranjeros predominan los hombres (51,2%).
2) Estructura por edad.
La composición por edad es de gran interés por sus repercusiones demográficas, sociales, económicas. De la edad de la población depende la fecundidad, equipamientos docentes y asistenciales, previsión de futuro….
Con respecto a los grupos de edad, la nota más característica es el envejecimiento de la población. El grupo de población anciana (de más de 65 años) que representaba más de un 16% del total de la población en 2005, representa en 2016 ya el 18´7%, lo que nos indica que estamos ante una población muy envejecida (cuando el grupo de mayores de 65 representa más de 12% , ya se considera envejecida a una población). La esperanza de vida es muy elevada, más entre las mujeres que entre los hombres. Este elevado envejecimiento indica un ligero aumento de la mortalidad en España.
La población adulta es muy abundante: representa el 68% del total, ya que parte de este contingente de población corresponde a los nacidos en el baby boom. Sin embargo, esto no altera la tendencia general al envejecimiento, puesto que el índice de fecundidad es muy bajo. Así, por grupos de edad según datos del INE de 2016:
§  El 16% de la población tiene menos de 16 años,
§  el 39,4% tiene entre 16 y 44 años
§  y el 44,6% tiene 45 o más años.
De tal forma que la edad media de la población en 2016 es de 42,7 años. La de los españoles es de 43,0 años y la de los extranjeros de 34,9 años. La población joven (de menos de 15 años) es el grupo más reducido. Suponen solo el 15% del total de la población. Esta reducida población joven es consecuencia del descenso de la natalidad y de la fecundidad en los últimos treinta años.
Esta situación en la estructura por edad ha provocado un cambio en la tasa de dependencia que mide la proporción de la población joven y anciana en relación con la población adulta, que es la que contiene a la población activa. El cambio es que mientras la dependencia de los jóvenes disminuye, la de los ancianos aumenta rápidamente. El principal problema que puede derivase de esta situación es la dificultad para mantener las prestaciones sociales y las pensiones, al ser menos los que contribuyen y más los que aumentan los gastos.
En la pirámide de población actual, según los datos del INE, los datos más significativos son:
- el descenso de población en el rango de edades de 15 y 39 años
- Un decrecimiento en el grupo de edad de 75 a 79 años causado por la llegada a dichas edades de las generaciones más mermadas nacidas durante la Guerra Civil.
En resumen, España presenta tendencia al envejecimiento y reducción de la población joven. Este perfil anuncia un riesgo en los niveles de bienestar que cuenta la actual población española. Son necesarias reformas que incrementen la población joven y que aumenten la vida laboral. Las regiones con población más joven son Andalucía, Murcia y Canarias; las más envejecidas Aragón, Castilla-León y La Rioja.
6. ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA POBLACIÓN: PROFESIÓN, ACTIVIDAD, PARO.
La población activa es aquella que cuenta con más de 16 años, que no se encuentra jubilada y que está ejerciendo una tarea laboral o no la encuentra pero sí la está buscando. A la población que se encuentra fuera de dicho (jubilados, estudiantes, amas de casa…) se les denomina población inactiva.
Evolución de la población activa: la población activa ha ido aumentando desde 1900 aunque a partir de 1950 con el aumento de la tasa de dependencia (jubilaciones y estudios obligatorios) y el fuerte flujo emigratorio descendió notablemente. Sin embargo a partir de 1980 aumentó considerablemente debido al retorno emigratorio, el acceso al mercado laboral de la generación procedente del baby boom y de la mujer. Esto hace que la tasa de desempleo se convierta en un serio problema en España afectando de manera desigual a las comunidades autónomas, estando Andalucía entre las de más alto porcentaje. Afecta a activos del sector agrario y de la construcción y más a mujeres que a hombres.
España es dentro de la U.E. el país de tasa más alta de desempleo. Uno de los recursos más eficaces para el desarrollo  es aumentar el nivel de formación para adaptarse a las exigencias del mercado laboral. Aún queda población analfabeta en España, la mayoría mujeres de edad avanzada concentradas en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Uno de los logros ha sido ampliar la escolarización hasta los 16 años y ampliar la igualdad de oportunidades para ambos sexos y  diferentes estratos sociales
Finalmente es importante conocer las perspectivas de futuro de nuestra población.
ü  Crecimiento muy moderado de la población.
ü  La fecundidad se seguirá reduciendo.
ü  En mortalidad, la mujer mantiene la superioridad biológica y se cree que la esperanza media de vida seguirá aumentando, aunque hay otros estudios que dicen justamente lo contrario, que la esperanza de vida se irá nivelando
ü  En migraciones, se amplían los flujos dentro de la propia provincia y se reducen los interprovinciales. La inmigración extranjera seguirá creciendo.
ü  Progresivo envejecimiento de la población.
La estructura por sectores o socioprofesional refleja las características de su composición por edad y sexo. Las principales fuentes para su estudio son, aparte del propio censo, las Encuestas de Población Activa (EPA) y las estadísticas del INEM y del Ministerio de Economía. De su estudio y comparación podemos señalar los siguientes rasgos:
- La transformación de la estructura sectorial de la población, que presenta una clara tendencia a la terciarización. El proceso de terciarización de la economía en España comienza en la década de los 70; supone un descenso de la población ocupada en el sector primario y desde los 80, también  de la población ocupada en la industria. Mientras, el sector terciario aumenta, favorecido por la descentralización administrativa, el aumento del nivel de vida, la demanda de servicios especializados por parte de las empresas, etc. El resultado es una distribución de la población activa por sectores económicos típica de los países desarrollados y de las economías postindustriales en las que hay una acusada terciarización de la población activa, favorecida por la mayor diversificación productiva; la importancia de nuevas actividades (informática, telecomunicaciones,…) y el aumento de actividades relacionadas con servicios personales y con empresas…
- La incorporación de la mujer al mercado laboral, que se produce de forma generalizada a partir de los 70. Pero, como señala Rafael Puyol, en su incorporación se observa el llamado “ciclo del trabajo femenino”, por el cual las mujeres se incorporan al trabajo en los primeros años de su vida laboral, pero muchas lo abandonan al casarse o tener hijos.
- La existencia de un paro crónico y estructural, que aumenta o disminuye según la coyuntura económica y la época del año, al existir un gran número de puestos de trabajo estacionales ligados al turismo y a la industria del ocio. La tasa de población activa también cambia de unas regiones a otras, debido a los movimientos migratorios y a la estructura por edad. Las zonas receptoras de emigrantes presentan una tasa más elevada. Por el contrario, en las comunidades más envejecidas, la tasa de actividad es menor que la media nacional.
Es de destacar que pese al continuo descenso del paro desde mediados de la década de 1990 hasta 20007, años de bonanza económica en los que el turismo y la construcción demandaban abundante mano de obra, las cifras de parados se situaban en torno a los dos millones. Pero el estallido de la crisis bursátil-financiera y de la burbuja inmobiliaria, provocaron un dramático incremento de las cifras de paro, situándolo a finales de 2012 en torno a los 6 millones de españoles, lo que provocó el cambio de tendencia en los movimientos migratorios: el fenómeno del retorno y la salida de trabajadores españoles cualificados a otros países y un paro descomunal en la población joven que afecta sobremanera a los menores de 30 años (llegó a ser superior al 50%).
Cifras que entre 2014 y 2016 se mitigaron, en gran medida por la pérdida de población activa provocada por la salida de la emigración y por la paulatina recuperación, vinculada a la reforma laboral emprendida, pero a costa de precarizar los contratos (contratos por horas y corta duración).
CONCLUSIÓN:  LOS PROBLEMAS DEMOGRÁFICOS
La población española ha experimentado profundos cambios en las últimas décadas. Actualmente, su estructura poblacional es la típica de un país desarrollado, con tasas de natalidad muy bajas y un acusado envejecimiento, lo que plantea la necesidad de reflexionar sobre los retos y las expectativas de futuro. De este modo la población de España continúa su tendencia a la disminución, situándose en 46.438.422 habitantes a 1 de enero de 2016. De hecho, ya en 2015 por primera vez ha habido más fallecidos que nacidos. En lo que incide tanto el progresivo envejecimiento de la población, el descenso de la natalidad y la fecundidad, el saldo migratorio negativo, etc. Se hacen necesarias medidas que estimulen la natalidad, como, por ejemplo, ayudas a mujeres trabajadoras con hijos menores de tres años, ampliación de los permisos de maternidad y paternidad, adecuada red de guarderías públicas, etc.)
España registra un saldo migratorio negativo, tras décadas en que era un país de acogida de emigrantes. El número de extranjeros continúa en descenso, tanto por la emigración como por la adquisición de nacionalidad española.
Pero el problema más acuciante a medio y largo plazo de la población española es el del envejecimiento de la población. El incremento de la población anciana dependiente, cuyo mantenimiento económico recaerá sobre el contingente de la población adulta. Así, la planificación de recursos debe tener en cuenta los servicios que demandan los ancianos (sanidad, espacios de ocio, pensiones, etc.) y más aún cuando está llegando a la jubilación masiva la generación del baby boom. España debe afrontar los retos de un país envejecido y debe hacerlo pronto, pues el INE estima que de continuar así la tendencia demográfica provocará que lo ocurrido en los años 2015 y 2016, más fallecimientos que nacimientos (algo que solo ha sucedido en la Guerra Civil y la pandemia de gripe de 1918), se prolongue en el tiempo y España pierda un millón de habitantes en los próximos 15 años. En definitiva, se trata de buscar soluciones a lo que algunos demógrafos llaman la “tormenta demográfica perfecta”: emigración, envejecimiento y baja natalidad que pone en riesgo el sostenimiento del actual Estado del Bienestar (pensiones, sanidad…).  Problema que se agrava por la alta tasa de paro (una de las mayores de toda la UE) y que por la precaried



[1]Sobremortalidad: Período en el que la mortalidad supera a la natalidad, provocando un crecimiento negativo de la población.