TEMA 7:
EVOLUCIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA
La Geografía de la Población debe orientarse a describir y comprender la sociedad a través del estudio de las relaciones entre población y espacio que habita.
Para ello es fundamental la demografía, que
hace un estudio cuantitativo de la población, de sus cambios y clasifica a los
habitantes de un área geográfica según sus características (edad, sexo, nivel
de instrucción,…). Es importante conocer además las diferentes fuentes
demográficas más utilizadas en la actualidad como son el padrón de habitantes
(recuento individualizado municipal que recoge datos demográficos, sociales y
económicos de la localidad) y el censo de población (recuento también
individualizado de carácter demográfico, social y económico de ámbito nacional
cada diez años terminados en 1). En estos censos se diferencia la población de
hecho y de derecho. En la actualidad la población española supera los
47.000.000 de habitantes.
El estudio de la población
española resulta esencial para entender la actual distribución de la población
y su comportamiento demográfico. Los rasgos esenciales que definieron a la
población española en la última década vienen definidos por pasar de un país de
emigrantes a uno receptor de inmigrantes, por el repunte de la natalidad desde
el año 2000, tras 30 años de continuo descenso de la natalidad como
consecuencia de la llegada de población inmigrante, lo que supone rejuvenecer
la estructura de la población y elevar la tasa de natalidad nacional, pero han
sido modificados por el impacto que la crisis económica ha provocado en el
comportamiento demográfico de nuestro país. Así, según el INE (Instituto
Nacional de Estadística) desde 2012 hasta 2017 España ha perdido población
extranjera, siendo el saldo migratorio este año negativo, lo que acentúa la
tendencia al envejecimiento de la población, con una natalidad en descenso, al
tiempo que se incrementa la esperanza de vida. Mientras, otro rasgo relevante
es que ante la gravedad de la situación económica, tal y como recogen las
estadística del INE, uno de cada diez españoles decidió emigrar en estos
últimos años. Por tanto, hemos transformado la tendencia de crecimiento
poblacional, que consiguió el pico más alto en 2011, descendiendo desde
entonces año tras año, hasta llegar a los 46.438.422 habitantes a principios de
2016. El informe del INE sobre proyección de la población de España entre
2014-2064, nos alerta sobre el envejecimiento de la población como uno de los
problemas a tener en cuenta, pasando de unos porcentajes de población mayor de
65 años en torno al 19% al 38,7% en 2064. Además, 2016 fue el segundo en el que
el número de defunciones superará al de nacimientos. Analizar estos datos y
tendencias, son el objetivo del tema, planteando las causas que dan lugar a
esta situación.
1. LA
POBLACIÓN ESPAÑOLA. Características, evolución y distribución.
Para el desarrollo de este
apartado vamos a tratar todos los aspectos que han conformado la situación
actual de la población española. Empezando por las fuentes demográficas de las
que nos servimos, la evolución en el tiempo que explica nuestro modelo demográfico,
la distribución actual y la estructura según distintos criterios.
1.1. FUENTES DEMOGRÁFICAS
Existen antecedentes históricos que se han preocupado de medir la población, como los recuentos de indios llevados a cabo por cronistas para los repartimientos, el catastro de Ensenada o el censo de Floridablanca (entre 1785-87 es considerado el primer censo español de población siguiendo estadísticas modernas). En la actualidad, y desde 1945, es el Instituto Nacional de Estadística (INE) quien se encarga de recoger, elaborar, analizar y publicar la mayoría de las estadísticas españolas: el censo, la encuesta de población activa, las migraciones, etc.
El Censo de
población es la principal fuente de información, que también se elabora
a nivel mundial. La ONU define el censo como un conjunto de operaciones
encaminadas a reunir, resumir, valorar y publicar los datos de tipo
demográfico, cultural, económico y social de todos los habitantes de un país en
un momento concreto. En España no se hizo hasta 1857, y desde entonces se han
realizado 16 censos. Se elabora a nivel estatal, con una periodicidad de diez
años y un fin estadístico, siendo sus resultados públicos. Siempre en los años
terminados en uno, siendo por ello el último censo oficial el de 2011. Según Franco
Aliaga, el censo no sólo nos dice cuántos somos, sino cómo somos, pues los
datos que aborda se agrupan en varios grupos:
1º Sobre
las características geográficas, lugar de nacimiento y de residencia.
2º Sobre
características personales y familiares (las personales hacen referencia al
sexo, estado civil, fecha de nacimiento y nacionalidad).
3º Sobre
las características culturales, de las que la variable que más destaca es el
nivel de instrucción.
4º Sobre
las características económicas, en las que prima el elemento de la población
activa y otras variables como la población ocupada y en paro, etc.
Otra
fuente es el Padrón municipal, que es un registro de competencia
local en el que se contiene la relación de los habitantes de los municipios y
depende de los ayuntamientos. Se registra la población de un municipio, nombre,
apellidos, domicilio, estado civil y profesión. Se renueva cada cinco años (los
acabados en 1 y 6) y se ratifica anualmente. Es un documento dinámico,
contabiliza los nacimientos, defunciones y cambios de residencia y
municipalidad (oficinas de empadronamiento municipales).
El Registro Civil es
la herramienta para elaborar las estadísticas del movimiento natural de la
población. Proporciona información sobre los acontecimientos vitales de la
población, nacimientos, defunciones y matrimonios, así como divorcios, parejas
de hecho, etc. Tienen su antecedente en los Registros Parroquiales que desde el
Concilio de Trento anotan bodas, bautizos y defunciones.
Nomenclátor es
una relación de entidades de población que tienen los municipios, forma parte
del censo y constituye una de sus publicaciones que recoge pedanías, villas y
aldeas que dependen de un municipio. Se suele utilizar en estudios de carácter
local.
Existen otras fuentes como
anuarios estadísticos, encuestas… La más importante
es la EPA, encuesta de población activa, que con la información
recogida en el censo y el padrón ofrece datos sobre la población activa,
ocupada, desempleo, etc., tanto a nivel nacional, como regional o provincial.
No incluye la economía sumergida, subempleo, paro, etc.
1.2. EVOLUCIÓN DE LA
POBLACIÓN
España ha conocido un modelo de transición demográfica
semejante al del resto de los países de Europa Occidental pero con dos peculiaridades:
ha sufrido un retraso de casi un siglo y se ha completado más rápidamente, en
menos de un siglo (el siglo XX). Este modelo supone el paso de una población
con altas tasas de natalidad, fecundidad y mortalidad a otro con tasas muy
bajas. Según este modelo la etapa primitiva, con altas tasas de
natalidad y mortalidad, se caracteriza por un débil crecimiento vegetativo; le
sigue una etapa de transición, que se subdivide en una primera
fase donde desciende la sobremortalidad[1]
catastrófica y se mantiene una natalidad todavía alta, y una segunda fase donde
la mortalidad general desciende y la natalidad empieza a recortarse. La etapa
final o evolucionada se caracteriza por bajas tasas de natalidad y
mortalidad y crecimiento moderado, pudiendo llegar a una cuarta etapa de
crecimiento cero e incluso negativo, en la cual hemos entrado desde
2015.

Analicemos el MODELO
DE TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA de España:
1.- Etapa
primitiva demográfica (hasta el s. XX). En principio
llegaría hasta mediados del siglo XVIII, aunque todavía a finales del XIX
padezcamos grandes epidemias. El crecimiento demográfico es débil. Así, en los
diecisiete primeros siglos de nuestra era España pasó de 5,3 millones de
habitantes a 7,5 millones, un crecimiento menor al de muchos países europeos.
Las causas son las altas tasas de natalidad y mortalidad, con débil crecimiento
vegetativo, debidas al largo período de la Reconquista, la colonización
americana y la política de hegemonía europea con la consecuente sobremortalidad
bélica. Un ejemplo significativo es el siglo XVII, un periodo de retroceso demográfico (de 8 a 7,5 millones de
habitantes por causas como las tres epidemias de peste, la emigración a
América, la expulsión de los moriscos, la sobremortalidad bélica y las malas
cosechas con sus hambrunas correspondientes). Por el contrario, en el siglo
XVIII la población española experimentó una expansión importante, de 7,5 a 11
millones de habitantes, por lo que se habla de un crecimiento "hacia
adentro" debido a la mejora de la economía y de la dieta de los
españoles en general.
A patir de ahí el
crecimiento
real de población siguió siendo muy pobre, fruto de unas tasas de natalidad y
mortalidad muy altas. La natalidad hasta la llegada del siglo XX se caracterizó
por ser muy alta por varios motivos: la economía era básicamente agraria por lo
que el hijo era entendido como mano de obra. Además la falta de métodos de
control de natalidad hace que las tasas de natalidad sean muy elevadas. No
obstante en estos periodos son también habituales años de subnatalidad debido a
epidemias, guerras… Por su parte la mortalidad es también muy importante. La
esperanza de vida a principios de siglo no supera los 40 años. Las malas
condiciones de vida debido a una mala alimentación, malas condiciones
higiénicas-sanitarias, unido a determinadas fechas con epidemias o conflictos
bélicos hacen que las tasas de mortalidad sean muy elevadas. Además las tasas
de mortalidad infantil son cuantiosas.
2) Etapa de transición
demográfica. El retraso industrializador hace
que la transformación en los comportamientos demográficos de España no se
produzcan hasta principios del siglo XX, abarcando esta segunda etapa hasta
1970. En Europa la mortalidad disminuye a mediados de siglo XIX, cuando la
introducción del maíz y de la patata hace reducir los índices de mortalidad por
hambre y desnutrición. Sin embargo, siguieron existiendo grandes epidemias (la
viruela sustituyó a la peste de siglos anteriores; el cólera se dejó sentir en
los años 1834, 1853, 1865 y 1885; y la tuberculosis pasó a ser la enfermedad de
los hacinamientos urbanos de fines del siglo XIX y afectó fundamentalmente al
proletariado).
Será a principios del siglo XX cuando empezaron a
desaparecer las sobremortalidades, debidas a la mortalidad ordinaria, mientras
se mantenía una natalidad todavía alta. Desde entonces la mortalidad continuó
en descenso y la natalidad empezó a recortarse. Durante la primera mitad del
siglo XIX, la población española creció a un ritmo similar al
europeo-occidental, a pesar de la guerra de la Independencia, la emancipación
americana y de algunos períodos de hambre y de epidemias. Pero en la segunda
mitad del XIX el crecimiento anual se redujo casi a la mitad del europeo por
las oleadas migratorias hacia a América y el cólera de 1885.
A comienzos del siglo XX la mayoría de las regiones
españolas se incorporaron a la transición demográfica, recortándose la
mortalidad y empezando el recorte de la natalidad. La población alcanzó los 18
millones en 1900. Pero la epidemia de gripe de 1918 y su elevada mortalidad
provocó un fuerte retroceso de la población que se incrementó por la fuerte
migración exterior. Tendencia que se acrecentó en las décadas siguientes por
los efectos de la crisis económica del 29, la guerra civil y la posguerra. Sin
embargo, el conjunto de la primera mitad del siglo XX supuso un crecimiento
anual superior al europeo, gracias a la neutralidad española en las dos Guerras
Mundiales.
Esta dinámica
cambió en los años de recuperación española (1950-1970), en los que España
mantuvo una natalidad elevada (alentada por el régimen franquista), al tiempo
que la mortalidad se reducía con las mejoras económicas y sanitarias del país.
La población española creció muy por encima de la europea, situándose la tasa
anual de crecimiento en valores altísimos (en 1950 éramos 28 millones de
españoles y en 1970 alcanzamos la cifra de 33 millones). A partir de esos
momentos comienza la progresiva reducción de la natalidad española,
incorporándose a la última fase del modelo de transición demográfica.
En resumen la
transición se produce entre 1900 y 1975.
Se caracteriza por:
-
El crecimiento real de población más alto de
toda la historia española, que en cierta manera fue frenado por el amplio flujo
migratorio hacia América y Europa.
-
En éste periodo la natalidad tiene una
tendencia de suave descenso. A pesar de ello son un conjunto de años donde se
alternan bruscos descensos (epidemias, guerra civil…) con fuertes ascensos
(felices años 20, “baby boom”). La mortalidad tiene un brusco descenso. Las
causas de ésta caída se debe al desarrollo que experimenta el país que propicia
una mejora en las condiciones de alimentación, higiene, desarrollo sanitario
todo especialmente a partir de los años 50. Anterior a ésta fecha se producen
algunas situaciones de alta mortalidad como la epidemia de gripe del 18 o la
guerra civil.
3) Etapa final o evolucionada. En
esta fase el tipo de vida que imponen la ciudad y las nuevas condiciones de
trabajo, obligan a replantear el concepto tradicional de familia numerosa. La
vida urbana reduce el número de hijos, las casas son pequeñas, las necesidades
de formación y de manutención de los niños son mayores, y los trabajos en la
industria, limitados. Se difunden modelos de vida y comportamientos demográficos
europeos (emigraciones y el turismo), uso de anticonceptivos que hace descender
la natalidad y la fecundidad, retrasándose la nupcialidad y la edad en la que
se concibe el primer hijo. Se frena el crecimiento de la población. El continuo
descenso de la natalidad, hasta el año 2000, lleva al crecimiento vegetativo
cero.
El resultado es que España presenta un régimen
demográfico viejo y su dinámica actual se caracteriza por un
crecimiento vegetativo ligeramente negativo (-0,05‰), consecuencia de la baja
natalidad y la elevada tasa de mortalidad. A esto debemos añadir un descenso
considerable de la población extranjera desde 2013. Todo ello nos deja un país
con población envejecida (con una edad media de 42,7 años), típica de los
países desarrollados de nuestro entorno europeo.
En resumen, España alcanza el régimen demográfico
moderno desde 1975, y se caracteriza por:
-
Un crecimiento de la población bajo por la ralentización
en la tasa de mortalidad y una bajada brusca de la natalidad. Los niveles no
son tan bajos por el efecto de la inmigración actual.
-
En la actualidad la natalidad vive sus tasas
más bajas. Las causas son diversas como
la incorporación de la mujer al mundo laboral, cambios culturales, dificultades
económicas para que los jóvenes se emancipen, incremento del nivel de vida (el
hijo acarrea un importante gasto)…Por su parte la mortalidad sigue con un
comportamiento descendente, aunque se observa un ligero repunte debido al
envejecimiento que está sufriendo la población derivándose algunas enfermedades
propias de la edad como el Alzheimer, Parkinson…, aunque sin lugar a dudas las
3 causas principales de defunción actualmente son el cáncer, el corazón y la
carretera (“3 c”)
[1]Sobremortalidad: Período en el que la mortalidad
supera a la natalidad, provocando un crecimiento negativo de la población.
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